En breve comenzará en Brasil la gran fiesta del fútbol mundial: La Copa del Mundo. Sin embargo no será un fiesta para todos.
"Yo había construido mi futuro, que era mi casa, con mucho esfuerzo. Y de repente ellos vienen y nos hacen perder todo. Derribaron lo que era nuestro sin pedir ningún permiso", declaraba para la BBC
Jerónimo Sebastiao de Oliveira, de 72 años, uno de los afectados por las expropiaciones debidas a la Copa del Mundo en la localidad de Camaragibe, en el área metropolitana de la ciudad de Recife, en el estado de Pernambuco, en el noreste del país.El gobierno de Pernambuco construirá en la zona dos obras de infraestructura para facilitar el acceso al estadio Arena Pernambuco, donde se jugarán cinco partidos del Mundial.
Para erigir las obras, el Terminal Integrado de Camaragibe y el Ramal da Copa, los habitantes locales fueron obligados a abandonar sus hogares, aunque ninguna de las terminales ha sido concluida.
El reclamo de Jerónimo es el mismo de muchas otras familias que también fueron desalojadas por las obras de la Copa. Las familias aseguran haber recibido del gobierno de Pernambuco una indemnización muy inferior al valor de los inmuebles y señalan que no tienen más remedio que alquilar alguna vivienda o "vivir de prestado" en la casa de algún conocido.
"Lo que me dieron no es ni la mitad del valor de la casa y no alcanza para comprar otro inmueble. Estoy viviendo de favor con una sobrina y ella me cobra 400 reales (unos 180 dólares). Ya me está pidiendo que me vaya y no tengo a donde ir", dijo Jerónimo a BBC Brasil.
Su casa quedaba en un sitio conocido como Loteamento São Francisco, donde hubo más de 100 expropiaciones para la Copa. La Procuraduría General del estado de Pernambuco creó un departamento especial para atender las cuestiones relacionadas con los desalojos, la Secretaría de Expropiaciones.
Fueron representantes de esta secretaría quienes buscaron a los residentes, evaluaron los terrenos y propusieron la indemnización que se les pagaría al abandonar sus hogares.
El Estadio Arena Pernambuco costó cerca de 293 millones de dólares. |
"Somos agentes públicos, las indemnizaciones se pagan con dinero público y existe una norma técnica y parámentros de ingeniería para evaluar el valor de un inmueble", dijo el procurador general del estado de Pernambuco, Thiago Arraes de Alencar Norrões, a BBC Brasil.
"Hay algo de margen para negociar, pero si pago 10.000 reales por un inmueble que vale dos mil, voy preso. Los que aceptaron la oferta, ya recibieron el dinero".
De acuerdo al procurador, las indemnizaciones pagadas a las familias expropriadas variaron entre 3.000 y 300.000 reales (1.350 y 135.400 dólares), dependiendo de la evaluación del terreno y la regularización del inmueble. "Hay un informe completo sobre las expropiaciones. Teníamos un presupuesto total de 100 millones de reales para las indemnizaciones y acabamos gastando 90 millones".
El gran problema, en el caso del pago de indemnizaciones tan bajas, como la de 1.350 dólares, fue la situación irregular de algunos propietarios. El gobierno alega que muchos de ellos no tenían la documentación completa o en algunos casos la casa estaba a nombre de un familiar ya fallecido.
"Si usted tiene una casita modesta en un terreno que no es de su propiedad, va a recibir entre 15.000 y 20.000 reales (6.700 y 9.000 dólares). Procuramos favorecer en lo posible a los expropriados", dijo el procurador Thiago Norrões.
"En São Francisco, ayudamos incluso a regularizar algunos terrenos para que el valor fuera más alto".
Sin embargo, algunos residentes de Camaragibe aseguran que tenían toda la documentación y habían regularizado la situación de sus inmuebles, pero aún así, dicen, recibieron un valor demasiado bajo como indemnización.
Jerónimo S. de Oliveira: "Lo que me dieron no es ni la mitad del valor de la casa".
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Es el caso de Jerónimo, que vivía hacía 40 años en la zona. "Yo tenía todos los documentos. El registro del inmueble, la escritura, todo", contó para la BBC. Para añadir, "Cuando compré la casa era pequeña, pero luego la fui ampliando. Saqué piedras del río con un solo brazo para mejorar mi casa. Invertí en mi futuro. Pero todo el esfuerzo y el dinero que invertí se perdieron".
Jerónimo contó que recibió poco más de 30.000 reales (13.500 dólares), lo que equivale al 80% de la indemnización a la que tenía derecho, y señaló que comenzó un proceso en la Justicia para reclamar un pago mayor.
En total, el valor que el Estado propuso pagarle no llega a 50.000 reales (22.500 dólares). El precio de un inmueble similar en la misma región en Camaragibe varía entre 100.000 y 200.000 reales (45.000 y 90.000 dólares).
La Procuraduría General del Estado reconoció que hubo problemas en las expropiaciones realizadas en Recife y en la región metropolitana de la capital y admitió que "aprendió con algunos errores".
"Algunas personas quedaron en situaciones difíciles. En esta fase final, estamos intentando dar una atención psicosocial mayor. Aprendimos. En las próximas acciones vamos a tener que corregir algunos procedimentos".
Para el procurador, la principal dificultad en las expropiaciones para la Copa fue su realización sin una política de vivienda adecuada. "Tenemos una Copa y debemos tomar algunas medidas en las ciudades sede. Pero no hay una política que resuelva estos problemas, que ofrezca una vivenda a las personas desalojadas por estas obras".
"Antes de cualquier acción urbanística, antes de desalojar a las personas, hay que pensar donde colocarlas".
Caminando por la región de Camaragibe donde se realizaron las expropiaciones se ve que aún falta mucho para que las obras estén prontas. BBC Brasil estuvo allí a inicios de mes y constató que las casas ya fueron demolidas, pero el asfalto para el Ramal da Copa aún no llegó. El proyecto Terminal Integrado de Camaragibe también está en la fase inicial y será finalizado sólo después del Mundial.
Según relatos de algunos residentes, muchos de los desalojados por la Copa en la región regresan con frecuencia para ver qué se ha construido donde estaban sus hogares. La decepción aumenta cuando ven que las obras aún están en el papel.
"Alli donde era mi casa sólo hay barro", dice Jerónimo.
El problema de las expropiaciones para la Copa no es exclusivo de Recife. Según la Asociación Nacional de Comités Populares de la Copa (Ancop), hubo centenas de desalojos en las 12 ciudades sede, pero en muy pocos casos se ofreció la debida atención a las familias.
La relatora de Naciones Unidas para una Vivienda Adecuada, Raquel Rolnik, visitó las ciudades brasileñas que recibirán al Mundial y también constató irregularidades en las expropiaciones.
"El derecho a la vivienda adecuada ha sido violado en prácticamente todos los casos de expropiación. El patrón ha sido la falta completa de diálogo y transparencia con las comunidades y personas afectadas", dijo Rolnik a BBC Brasil.
"Y cuando se paga indemnización o un subsidio para el alquiler, los valores son totalmente insuficientes para financiar el acceso a una nueva vivienda. De acuerdo con las leyes internacionales relevantes, una persona jamás puede quedar tras una expropiación en una situación peor que la que tenía antes, pero eso es lo que ocurrió", añadió.
BBC Brasil buscó una respuesta del gobierno federal a las críticas de la relatora y del propio gobierno de Pernambuco, que habló de la ausencia de una política de vivienda que permita resolver estos problenas.
Según la Secretaría de Comunicaciones (Secom) del ejecutivo federal, la responsabilidad por las expropiaciones fue de los gobiernos municipales y estatales y no hubo intervención federal. Secom resaltó además que el gobierno federal ofrece programas de vivienda efectivos como "Minha Casa, Minha Vida", "Mi casa, mi vida", que fueron creados antes del Mundial y permanecerán después de la Copa.
El proyecto Cidade da Copa, en São Lourenço da Mata, donde se construyó el estadio, iba a incluir un conjunto de viviendas y un centro comercial, pero sólo el estadio ha sido construido. |
En 2011 la relatora especial del Consejo de Derechos Humanos de la ONU Raquel Rolnik pidió que Brasil interrumpiese las expropiaciones dado que se estaban incumpliendo las reglas de transparencia y además estaba pagando indemnizaciones insuficientes en las expropiaciones por obras para el Mundial de fútbol 2014 y los Juegos Olímpicos 2016, posiblemente con violaciones a los derechos humanos.
Río de Janeiro, donde se jugará la final del Mundial y sede de los Juegos Olímpicos, aparecía junto a São Paulo, Belo Horizonte, Curitiba, Porto Alegre, Recife, Natal y Fortaleza como las ciudades que realizaron expropiaciones ilegales vinculadas a proyectos de los eventos deportivos, según un estudio.
La relatora independiente, designada para evaluar las condiciones de vivienda como componente de los derechos humanos, dijo haber recibido muchas quejas sobre falta de transparencia, consultas, negociación justa y participación de las comunidades afectadas en los procesos de expropiación.
El informe de la ONU fue divulgado un día después de que Amnistía Internacional alertara de que los desalojos vinculados con los Olímpicos y el Mundial pueden vulnerar los derechos humanos de habitantes de las favelas de Río de Janeiro.
Imagen de una protesta contra la organización de la Copa del Mundo de Fútbol 2014. |
A su vez, más de un centenar de maestros rodearon el hotel en el que se alojaban los jugadores y gritaron consignas exigiendo mayor inversión en educación y renegando de los millonarios gastos que significó organizar el Mundial.
Más tarde, cuando los futbolistas salieron en micro rumbo al departamento de Teresópolis (donde se alojaran durante el evento), en lugar de aplausos sólo escuchaban voces que coreaban: "No va a haber copa" y "un educador vale más que Neymar". La salida tuvo una demora de media hora a causa de la aglomeración de docentes que se empujaban para llenar el vehículo de pegatinas donde podían leerse sus demandas.
Los manifestantes intentaron bloquear nuevamente el paso del autobús en la ruta cercana al aeropuerto. Si bien el chofer se desvió a tiempo y consiguió esquivar el corte, sin embargo después no pudo evitar a quienes estaban esperándolos en las afueras del lugar de concentración en la localidad de Teresópolis, en Rio de Janeiro.
Por otra parte ayer en la capital del país, Brasilia, tuvo que suspenderse la exposición del trofeo que premiará al futuro campeón del mundo debido a los enfrentamientos entre policías y manifestantes en una acto que organizaron los miembros del MTST (Movimento dos Trabalhadores Sem Teto), en los que un policía fue alcanzado por una flecha lanzada por los grupos indígenas que se adhirieron al acto de protesta.
Imagen de la protesta. Captura de la web del diario brasileño O Globo. |
Llaman la atención las declaraciones del presidente de la UEFA, Michel Platini, al respecto: "Hay que decir a los brasileños que tienen la Copa del Mundo y que están aquí para mostrar la belleza de su país y su pasión por el fútbol; y que si pudiesen esperar un mes antes de hacer reivindicaciones sociales, sería lo mejor para todo Brasil y para el planeta fútbol".
Sin embargo, los altercados en Brasil no comenzaron sólo hace unos días. Hace un año que la tensión está presente entre los brasileños, que ven como los precios suben y su nivel de vida baja.
La publicación del coste total de la organización de la Copa del Mundo fue la gota que colmó el vaso. Se trata de 11.000 millones de euros en un país en el que el salario medio es de 639 euros mensuales, y el mínimo de 236. Además, se estima que para satisfacer las necesidades básicas de una familia son necesarios 1.000 euros mensuales.
La inflación también ha alcanzado a alimentos básicos como el arroz, las verduras o el pollo. En cuanto al precio de los alquileres, suponen un 118% más que hace un par de años.
El ex futbolista brasileño "Pelé" dijo respecto a las protestas que se desarrollan desde hace un año, "Ellos hacen las protestas porque están molestos por la política, pero la selección no tiene nada que ver con esto". Ya el año pasado, en plena efervescencia de las protestas en el país, previas a la Copa Confederaciones, dijo: "Pido a los brasileños que no confundan las cosas. Estamos preparando la Copa del Mundo. Vamos a apoyar a la selección nacional. Vamos a olvidar la confusión que reina en Brasil. Vamos a olvidar las protestas". Palabras que recibieron fuertes críticas por parte de numerosos sectores de la población.
La imagen actual que el mundo empieza a tener de Brasil, y la organización de su Copa del Mundo, es bien diferente de la que esperaban autoridades y organizadores. Manifestaciones, violencia y un clima de tensión extrema entre la población, crispada por el alto coste de vida y del evento deportivo, y la policía, que ha actuado con excesiva violencia en numerosas ocasiones, que intenta controlar la situación a unos 15 días de que millones de turistas lleguen al país.
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