Chile y la URSS habían solventado sus eliminatorias respectivas, el primer país contra Perú, en un partido de desempate jugado en Montevideo, y tras el abandono de las eliminatorias de Venezuela, mientras la URSS quedaba primera de un grupo compuesto, también, por Francia e Irlanda, y ahora debían enfrentarse en el repechaje, buscando un lugar entre las selecciones que competirían en el Mundial de Alemania.
Las fechas de los enfrentamientos entre ambas selecciones estaban marcadas para los días 26 de septiembre de 1973 en Moscú y 21 de noviembre del mismo año en Santiago de Chile.
El 11 de septiembre de 1973 los jugadores chilenos estaban convocados para presentarse en el local de concentración, pero el Golpe de Estado del dictador Augusto Pinochet, contra el presidente electo, Salvador Allende, transtocó todos los planes y no se produjo la prevista concentración.
"Recuerdo un país triste, callado, silencioso, sin risas. Una nación que entraba en la oscuridad.", dijo en un entrevista sobre aquellos días el que fuera gran jugador chileno, Carlos Caszley, el hombre que le negó el saludo a Pinochet, que también jugó durante algunos años en el fútbol español, en equipos como la U.D. Levante, de Valencia, o el R.C.D. Espanyol, de Barcelona. "Sabía lo que se venía encima. Tenía miedo. No por mí, sí por mis amigos y por mi familia. Sabía que estaban en peligro por mis ideas", explicaba años después el goleador chileno en una entrevista.
Pero volviendo al tema que nos centra, a pesar de que Pinochet era partidario de no presentarse a jugar la eliminatoria contra Rusia, el equipo se desplazó hasta Moscú a jugar el primer partido que definiría la selección que iría al Mundial de Alemania, gracias a la participación del Dr. Jacobo Helo, médico de la selección, quien a su vez era médico personal del general Gustavo Leigh, Jefe de la Fuerza Aérea, y convenció al alto mando militar de que la participación del equipo favorecería la imagen internacional del gobierno militar.
Imagen del partido. El dato futbolero |
El primer partido de esa repesca se jugó el 26 de septiembre, apenas quince días después del golpe de Pinochet, en el estadio Lenin, en Moscú.
De aquel partido no existe registro audiovisual o gráfico, excepto algunas pocas fotografías que comenzaron a circular por la red no hace muchos años.
Según los propios jugadores chilenos, el equipo se encerró atrás y mantuvo el resultado inicial hasta el pitido final del árbitro del encuentro. El trámite del partido fue el mismo durante los 90 minutos, la Unión Soviética atacaba y Chile se defendía, encerrado y reventando el balón cada vez que podía.
Aquel 26 de septiembre de 1973, con una temperatura de 6 grados bajo cero, el equipo dirigido por Luis Alamos empató a 0 en el Estadio Lenin, ante 60 mil personas, y dio el primer paso hacia la cita mundialista del siguiente año.
Pero la auténtica historia de esta eliminatoria está en el partido de vuelta que debía de jugarse en Santiago, un día como hoy hace 40 años, el 21 de noviembre de 1973, cuando Chile y la URSS debían jugar el definitorio partido de vuelta en la capital chilena.
Imagen del Estadio Nacional de Santiago de Chile durante 1973 |
La vuelta debía jugarse en el Estadio Nacional de Santiago de Chile. Sin embargo, la dictadura le había dado otro uso a la sede deportiva. Allí se había montado el campo de concentración más grande del país. Los presos políticos se lucían en las tribunas del estadio esperando ser liberados. "Con el correr de los días las graderías se fueron despoblando: muchos libres, después de sufrir torturas, otros asesinados en las noches y un par de suicidas", recuerda Gregorio Mena Barrales, quién estuvo detenido en el estadio y había sido gobernador de la localidad de Puente Alto por el Partido Socialista durante el gobierno de Allende.
"El match de fútbol con la Unión Soviética debía realizarse allí, por ello cuidaban el césped con más cariño que el que le daban a una ametralladora" destacó Mena Barrales, mientras recordaba que una comisión de la FIFA y de la Federación de Fútbol de Chile "visitó el campo, se paseó por la cancha, miró con ojos lejanos a los presos y se fue dejando un dictamen: ‘En el estadio se podía jugar’", se puede leer en el blog Periodismo de fútbol internacional.
"[…] por consideraciones morales los deportistas soviéticos no pueden en este momento jugar en el estadio de Santiago, salpicado con la sangre de los patriotas chilenos", había anunciado el 2 de noviembre la Unión Soviética a través de un comunicado.
Los soviéticos emitieron un comunicado para explicarle al mundo que ellos no iban a disputar un partido de fútbol en el mismo lugar en el que miles de supuestos opositores al régimen de Pinochet habían sido torturados y asesinados. Y no se presentaron.
La selección chilena saltó al césped, fue protagonista de una farsa tan ridícula como patética, "la tarde más triste del fútbol", titularon algunos diarios chilenos.
Dos meses después, se consiguió que la FIFA diera por válido el simulacro de encuentro. Así logró Chile su clasificación para el Mundial de 1974.
16.000 personas se acercaron al estadio para ver el gol más triste de la historia del fútbol.
"Sin rival, se sacó del centro, los jugadores avanzaron sin oposición hasta la portería contraria y se anotaron un gol simbólico, repugnantemente simbólico. Después de la pantomima, la selección de Chile jugó un partido amistoso contra el Santos brasileño, que le endosó un 0-5.
La tarde más triste del futbol.
La tarde en la que los sordos gritos que venían de los subsuelos se
escucharon más que las gargantas que rujian en las tribunas". Así describe esa patética jornada la web Canaltrans.
Muy lindo artículo que demuestra que el fútbol no entiende de dictaduras para hacer del negocio (el dinero) su componente principal.
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