Unas 400.000 mujeres actúan como como trabajadoras sexuales en Alemania. Reuters |
El Parlamento alemán aprobó el pasado mes de junio una ley que apunta a contener la llaga de la trata de personas y que modificaba la polémica ley de la prostitución legal que entró en vigor en 2002.
Los Verdes denunciaron en el Parlamento que la nueva ley no mejora los derechos de las prostitutas explotadas y pidió para ellas el reconocimiento de un "derecho de estadía" en el país.
Según el periódico español El Mundo, miles de turistas sexuales llegan a diario a Alemania procedentes de países árabes y de Estados Unidos. Los principales aeropuertos perceptores de este tipo de turismo son el de Saarbrücken, casi en la frontera con Francia y que capta clientela de más alto nivel, y Berlín, donde reina el low cost. La definición de Alemania como destino pujante de turismo sexual, en el informe 'Prostitución. Un escándalo alemán', de Alice Schwarzer, está basada en cifras como la de 3.000 burdeles abiertos, 400.000 prostitutas operativas y 1,2 millones de clientes diarios. El problema ha alcanzado tal magnitud que su solución ha formado parte de las negociaciones que lleva a cabo la canciller Merkel con los socialdemócratas del SPD, para formar una gran coalición de gobierno, al mismo nivel que la mejora de las pensiones o el abaratamiento de la energía.
Para explicarnos cómo ha llegado Alemania a esta situación, es necesario remontarse a 2002, cuando fue aprobada una ley que descatalogaba la prostitución como "ejercicio que atenta a las buenas costumbres", de forma que quedaba completamente legalizado. El objetivo de esta norma era permitir a las personas dedicadas a la prostitución ingresar en el sistema social alemán, cotizar pagando impuestos y beneficiándose de los derechos sanitarios, así como permitir que pudiesen solicitar jubilación y seguro de desempleo a cargo del Estado alemán.
La primera parte de la normativa se está cumpliendo. La prostitución no es legalmente perseguida y resulta tan sencillo abrir un burdel como abrir una panadería, burocráticamente hablando. Pero desde 2002 hasta ahora solamente 44 prostitutas se han inscrito en el registro social, dato que pone en evidencia que quienes se están beneficiando de esta legislación, posiblemente la más liberal en materia de prostitución de Europa, no son las prostitutas, sino las mafias de la prostitución forzada y de tráfico de personas.
Según calcula la policía alemana, más de un 80% de las mujeres que se dedican a la prostitución en Alemania son extranjeras, en particular procedentes de Rumania y Bulgaria. La libertad de movimientos entre países europeos está jugando a favor de las mafias e investigaciones como las de Alice Schwarzer o la periodista Rita Knobel-Ulrich destapan que alrededor del 90% de las prostitutas se encuentran sometidas a regímenes similares a la esclavitud.
A la espera de que sea publicado el acuerdo final de la gran coalición de gobierno, lo hablado hasta ahora por los negociadores de los dos grandes partidos políticos alemanes no tiene que ver con devolver la prostitución a la clandestinidad, pero sí como exigir mayores requisitos, quizá permisos especiales para la apertura de locales dedicados a este negocio, que permitan un mayor control de la situación del personal contratado. También está sobre la mesa la prohibición de las tarifas en paquete y la posibilidad de sancionar a los clientes en los casos en que se esté abusando de la situación de indefensión o inferioridad de las prostitutas.
Diez años después de ser plenamente legalizada desde su anterior limbo de práctica tolerada, Alemania ve cómo el tráfico de mujeres continúa en todo su esplendor mientras proliferan y prosperan los grupos que compran y venden sin cortapisas el ganado necesario para los 'servicios profesionales' de las 'trabajadoras sexuales'. Un amplio reportaje de Der Spiegel, publicado en la edición online, en inglés, del semanario denuncia simple y llanamente cómo "la legalización de la prostitución ha fracasado".
Sânandrei es una aldea pobre en Rumania con casas ruinosas y caminos fangosos. Alrededor del 80 por ciento de sus residentes más jóvenes están desempleados, y una familia puede contarse afortunado si posee un jardín para cultivar patatas y verduras.
Alina está de pie frente a la casa de sus padres, uno de los más antiguos de Sânandrei, con botas de piel y jeans. Ella explica los motivos por los qué quería salir de su casa hace cuatro años, justo después de haber cumplido los 22 años. Habla de su padre, que bebía y golpeaba a su esposa, y en ocasiones abusó también de ella. Alina no tenía trabajo ni dinero.
Mediante el nuevo novio de una amiga, se enteró de las posibilidades disponibles en Alemania. Se enteró de que una prostituta podría, fácilmente, ganar € 900 ($ 1.170) al mes allí.
Alina empezó a pensar en la idea. Cualquier cosa parecía mejor que Sânandrei. "Yo pensé que tendría mi propia habitación, un baño y que no tendría muchos clientes", dice ella. En el verano de 2009, ella y su amiga entraron en el coche del novio y se dirigieron a través de Hungría, Eslovaquia y la República Checa hasta Berlín, la capital de Alemania, a un local cerca del aeropuerto de Schönefeld.
El local estaba especializado en el sexo a tanto alzado. Por € 100 ($ 129), un cliente podría tener relaciones sexuales durante el tiempo y con la frecuencia que quisiera.
Según el, extenso reportaje del, Del Spiergel, solo en Berlín pueden existir 500 casas de prostitución.
Los Verdes denunciaron en el Parlamento que la nueva ley no mejora los derechos de las prostitutas explotadas y pidió para ellas el reconocimiento de un "derecho de estadía" en el país.
Según el periódico español El Mundo, miles de turistas sexuales llegan a diario a Alemania procedentes de países árabes y de Estados Unidos. Los principales aeropuertos perceptores de este tipo de turismo son el de Saarbrücken, casi en la frontera con Francia y que capta clientela de más alto nivel, y Berlín, donde reina el low cost. La definición de Alemania como destino pujante de turismo sexual, en el informe 'Prostitución. Un escándalo alemán', de Alice Schwarzer, está basada en cifras como la de 3.000 burdeles abiertos, 400.000 prostitutas operativas y 1,2 millones de clientes diarios. El problema ha alcanzado tal magnitud que su solución ha formado parte de las negociaciones que lleva a cabo la canciller Merkel con los socialdemócratas del SPD, para formar una gran coalición de gobierno, al mismo nivel que la mejora de las pensiones o el abaratamiento de la energía.
Para explicarnos cómo ha llegado Alemania a esta situación, es necesario remontarse a 2002, cuando fue aprobada una ley que descatalogaba la prostitución como "ejercicio que atenta a las buenas costumbres", de forma que quedaba completamente legalizado. El objetivo de esta norma era permitir a las personas dedicadas a la prostitución ingresar en el sistema social alemán, cotizar pagando impuestos y beneficiándose de los derechos sanitarios, así como permitir que pudiesen solicitar jubilación y seguro de desempleo a cargo del Estado alemán.
La primera parte de la normativa se está cumpliendo. La prostitución no es legalmente perseguida y resulta tan sencillo abrir un burdel como abrir una panadería, burocráticamente hablando. Pero desde 2002 hasta ahora solamente 44 prostitutas se han inscrito en el registro social, dato que pone en evidencia que quienes se están beneficiando de esta legislación, posiblemente la más liberal en materia de prostitución de Europa, no son las prostitutas, sino las mafias de la prostitución forzada y de tráfico de personas.
Según calcula la policía alemana, más de un 80% de las mujeres que se dedican a la prostitución en Alemania son extranjeras, en particular procedentes de Rumania y Bulgaria. La libertad de movimientos entre países europeos está jugando a favor de las mafias e investigaciones como las de Alice Schwarzer o la periodista Rita Knobel-Ulrich destapan que alrededor del 90% de las prostitutas se encuentran sometidas a regímenes similares a la esclavitud.
A la espera de que sea publicado el acuerdo final de la gran coalición de gobierno, lo hablado hasta ahora por los negociadores de los dos grandes partidos políticos alemanes no tiene que ver con devolver la prostitución a la clandestinidad, pero sí como exigir mayores requisitos, quizá permisos especiales para la apertura de locales dedicados a este negocio, que permitan un mayor control de la situación del personal contratado. También está sobre la mesa la prohibición de las tarifas en paquete y la posibilidad de sancionar a los clientes en los casos en que se esté abusando de la situación de indefensión o inferioridad de las prostitutas.
Diez años después de ser plenamente legalizada desde su anterior limbo de práctica tolerada, Alemania ve cómo el tráfico de mujeres continúa en todo su esplendor mientras proliferan y prosperan los grupos que compran y venden sin cortapisas el ganado necesario para los 'servicios profesionales' de las 'trabajadoras sexuales'. Un amplio reportaje de Der Spiegel, publicado en la edición online, en inglés, del semanario denuncia simple y llanamente cómo "la legalización de la prostitución ha fracasado".
Sânandrei es una aldea pobre en Rumania con casas ruinosas y caminos fangosos. Alrededor del 80 por ciento de sus residentes más jóvenes están desempleados, y una familia puede contarse afortunado si posee un jardín para cultivar patatas y verduras.
Alina está de pie frente a la casa de sus padres, uno de los más antiguos de Sânandrei, con botas de piel y jeans. Ella explica los motivos por los qué quería salir de su casa hace cuatro años, justo después de haber cumplido los 22 años. Habla de su padre, que bebía y golpeaba a su esposa, y en ocasiones abusó también de ella. Alina no tenía trabajo ni dinero.
Mediante el nuevo novio de una amiga, se enteró de las posibilidades disponibles en Alemania. Se enteró de que una prostituta podría, fácilmente, ganar € 900 ($ 1.170) al mes allí.
Alina empezó a pensar en la idea. Cualquier cosa parecía mejor que Sânandrei. "Yo pensé que tendría mi propia habitación, un baño y que no tendría muchos clientes", dice ella. En el verano de 2009, ella y su amiga entraron en el coche del novio y se dirigieron a través de Hungría, Eslovaquia y la República Checa hasta Berlín, la capital de Alemania, a un local cerca del aeropuerto de Schönefeld.
El local estaba especializado en el sexo a tanto alzado. Por € 100 ($ 129), un cliente podría tener relaciones sexuales durante el tiempo y con la frecuencia que quisiera.
Según el, extenso reportaje del, Del Spiergel, solo en Berlín pueden existir 500 casas de prostitución.
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