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domingo, 23 de diciembre de 2012

Banqueros, empresarios y políticos - Capítulo final

La voz de los ciudadanos es casi imposible de ser oída por la clase política -ya se preocupan de reprimirla como en épocas pasadas- pero algunas veces otras se levantan y claman contra la situación que nos están dejando la corrupta élite de banqueros, empresarios y políticos. Miremos donde miremos vamos a encontrar alguien avaricioso que no va a economizar recursos -aunque sean éticamente incorrectos e ilegales- para amasar una fortuna, aunque no pueda usarla ni en esta vida ni en la otra.
Trabajo esclavo, trabajo infantil, explotación, son sinónimos de economía de costes y el camino más fácil para que corporaciones se enriquezcan y con ellas algunos de sus altos cargos.
Aunque algunos quieran ver en el sistema la manzana podrida que nos embrutece a todos, la verdad es que siempre encontramos este tipo de comportamientos a lo largo de la historia desde cientos de años atrás.
Empresas, instituciones, iglésias, papas, políticos, empresarios, ejecutivos, etc. casi todos hemos sentido la tentación de conseguir algo con el esfuerzo ajeno. Yo tengo -en ese sentido- que entonar el "mea culpa" pues he usado recursos empresariales en mi propio beneficio, no para enriquecerme pero si para sentir determinados placeres de la vida -comida, vinos, mujeres...- y me consta que familia, amigos, conocidos van a leer este comentario. Así como ejecutivo expatriado usufructué las competencias de mi cargo en mi propio provecho -aunque en pequeñas cosas-, pero con la perspectiva que el tiempo va dejando de nuestras propias acciones se que no fue correcto por más que todo mi entorno hiciera lo mismo o mucho peor. Algunos pueden preguntarse porque explico esto. La verdad es que criticar es muy fácil -llevamos meses viendo a nuestros políticos criticarse sin cesar- pero reconocer los errores y construir a partir de ellos es muy difícil. Colaborar para un objetivo común es algo que está lejano en la línea de pensamiento de muchas personas.
Desde hace unas decenas de años estamos viviendo en continua fase descendiente en cuanto a los valores humanos, la ética, principios, y otros valores que nos pueden permitir decir "soy humano". Nos están empujando hacia la indiferencia, están bloqueando nuestra voz, están reprimiendo nuestras acciones, nos están despojando de nuestra personalidad, del sentido de la crítica e intentan colocarnos a todos en el mismo cauce para que sigamos el flujo de sus deseos, nos compran con promociones, carreras profesionales, gastos pagados y otros beneficios y vamos siguiendo las gotitas que van a nuestro lado sin desviar en exceso la vista para no ver aquello que nos desagrada, lo que nos ocultan o permitimos que nos escondan de nuestra visión.
¿Dónde está nuestra libertad? Podemos salir a divertirnos, ir al fútbol, comer con los amigos, bailar, viajar, disfrutar de placeres en función de nuestra capacidad económica, votar cada cuatro años, pero ¿es eso realmente ser libres?
Después de la «decadencia de la clase política» denunciada por el juez Santiago Pedraz en el auto de archivo de la causa por manifestación del 25-S ante el Congreso, otro instructor de la Audiencia Nacional ha vuelto a poner el dedo en la llaga con unas duras acusaciones a los políticos y banqueros corruptos.
A diferencia de Pedraz, que eligió una resolución judicial para criticar la deriva de los políticos, el juez Eloy Velasco aprovechó un artículo publicado en el último número de la revista de la Asociación Profesional de la Magistratura, el colectivo conservador y mayoritario de la carrera judicial, al que pertenece. La columna se titula 'Las competencias de la Audiencia Nacional: del terrorismo a la delincuencia con corbata y olor a Chanel' y en la misma destaca el daño que ha hecho a España la corrupción política y los desmanes de los banqueros encausados.
«Los políticos de segunda fila que saquean las arcas públicas y los banqueros que desvían la riqueza financiera hacia su bolsillo o hacia la quiebra que al final tenemos que pagar todos, y que con olor a Chanel o a Loewe, han dejado el país más doblado que muchos años de terrorismo», afirma Velasco.
No son voces aisladas las que deben hacerse oir, es la voz popular -la voz de todo un pueblo unido por un objetivo común- que debe clamar por justicia social, por una sociedad del bienestar igualitaria o al menos sin discriminaciones. Sólo cuando tomamos conocimiento de un hecho trágico reaccionamos y cuando afecta a nuestro corazón nos conmovemos como sucedió con la matanza de los niños en USA, como en el caso de la violación múltiple en India -aunque esa menos pues está más lejana y se ve como una cuestión de seres primitivos y tercermundistas (estamos tan confundidos en ese aspecto...)-, la guerra que desean mostrarnos a la hora de la cena, y algunas pocas cosas más. Sin embargo, no percibimos, o no queremos hacerlo, que millones de españoles y personas de otros países tienen sus derechos humanos violados cada día. ¿Cómo? Cada día que una persona se levanta y no puede trabajar ve su derecho constitucional violado; cuando es expulsado de su vivienda, cuando es excluido de la sanidad pública, limitado su derecho a la educación, cuando no puede poner un plato de comida en su mesa... ¿quieren que continúe? Todo esos casos y otros muchos no aparecen diariamente en los medios de comunicación, no tienen cobertura, pero todos sabemos que son más comunes que la matanza de USA, la violación múltiple de India e igual de común que el caso de Asia Bibi y otros millones de personas que ven como su voz es silenciada, sus ideas reprimidas, sus cuerpos golpeados o torturados por las autoridades.
Somos todos juntos -recuerden aquel grito "El pueblo unido jamás será vencido" expresado por millones de voces durante años en numerosos países del mundo- quienes debemos clamar por nuestros derechos, sin discriminación de sexo, raza, ideología o religión, sin discriminación de situación social, sin discriminación de ningún tipo. Durante siglos muchos pueblos (India, Argelia, México, USA, etc.) se levantaron contra el dominio de sus colonizadores. Quizás ha llegado el momento de que nosotros hagamos lo mismo y nos levantemos contra el poder de nuestros colonizadores -aquellos que intentan controlarnos económicamente- y tomar acciones para poner fin a esta degeneración de la sociedad en la que nos están envolviendo, a la impunidad de corruptos, a la represión de nuestras palabras.
Yo me pregunto -y me consta que es algo utópico- qué sucedería si los parados se declarasen en huelga de hambre, si todos los ciudadanos adoptamos una política de desobediencia civil, si salimos a la calle a pedir la dimisión de corruptos y otras malas hierbas, si nuestro próximo voto es no votar, si boicoteamos a las empresas que usan procedimientos ilegales para enriquecerse, si... gritamos todos juntos !BASTA YA!.
Ha pasado un año de masacre reiterada de nuestros derechos por el gobierno Rajoy (en nuestro caso) y nos faltan todavía tres años más, ¿vamos a pagar para ver qué nos espera?
Pan, justicia y libertad son tres cosas de las que nadie debería verse privado y en estos momentos nos las están arrebatando sin ningún tipo de remordimiento y para beneficio propio de unos pocos. Quizás estaban en lo cierto los mayas y el mundo se está acabando, pero sólo para una mayoría mientras la minoría disfruta del mismo tranquilamente. Con ese objetivo, nos están convirtiendo en espectadores de nuestro propio fin. ¿Es eso lo que deseamos para nosotros, nuestras familias, nuestros amigos... ? Estamos acostumbrados a ver los desastres naturales, guerras, muertes, a través de la televisión, pero ésta está sucediendo a nuestro lado, frente a nuestros ojos y en cada uno de nuestros países.

"En cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad de hombre, ninguna tiranía puede dominarle". Mahatma Gandhi.

"Nunca debe el hombre lamentarse de los tiempos en que vive, pues esto no le servirá de nada. En cambio, en su poder está siempre mejorarlos". Thomas Carlyle

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