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viernes, 7 de diciembre de 2012

Egipto: Política y religión

El día 10 de Febrero de 2011 caía, después de casi 30 años en el poder, el dictador Hosni Mubarak. Con la caída del mismo, parecían abrirse las puertas de la esperanza para un nuevo Egipto. Poco más de un año después las movilizaciones populares vuelven a clamar contra aquellos que rigen el destino del pueblo egipcio. Los tanques vuelven a posicionarse en los puntos más importantes de la capital -El Cairo- y especialmente en la mediática plaza Tharir y el perímetro del palacio presidencial.

Foto del mensaje
(Foto: AP, Hassan Ammar)
El intento presidencial de modificar la constitución provisional por la que se rige el país desde el 30 de marzo de 2011 -tras la caída de Mubarak la Constitución egipcia quedó suspendida- intentando agrupar en su figura los tres poderes (legislativo, judicial y ejecutivo) -lo que significaría que todas sus acciones estarían situadas por encima de la ley-, unido a su intención de levantar la suspensión, actualmente vigente, del artículo 2 de la anterior Constitución -que estipulaba que el Islam era la religión del Estado y que la Sharia era la principal fuente de legislación- ha generado una gran polémica en el país. Así, las recientes decisiones de Mohamed Morsi, lider de la Hermandad Musulmana y actual Presidente, hacen temer que una ola de violencia se extienda por todo el país, dado que todo parece caminar hacia un intento de convertir Egipto en un estado de un sólo partido islámico. Durante su campaña electoral el actual mandatario ya hizo hincapié en ese sentido al declarar que: "la Sharia debe ser el marco general básico que ninguna ley debe cruzar”.
Desde sus últimas declaraciones públicas varias sedes de los Hermanos Musulmanes han sido incendiadas en diversos puntos del país por grupos opositores al gobierno, así como se han sucedido los enfrentamientos entre partidarios y detractores, que ya han provocado diversas muertes y centenares de heridos.
Aunque algunos expertos políticos -entrevistados por Al Arabiya- consideran que, dado que la moderación y tolerancia son las principales características del pueblo egipcio, cualquier intento de cambiar estas profundas raíces para transformar Egipto en una nación islámica fallarán.
A pesar de eso, los cristianos coptos que viven en el País -unos diez millones según diversas fuentes- temen por su futuro, al igual que los grupos laicos y musulmanes liberales.
Desde todos los puntos se insta a Morsi a establecer un diálogo con todas las fuerzas político religiosas opositoras -agrupadas en el Frente de Salvación Nacional- para establecer los principios de un Estado plurireligioso y democrático connivente con la diversidad cultural que existe en el mismo y evitar de esta manera un estallido de violencia de consecuencias inimaginables.

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