Tras el secuestro, ayer, de trabajadores argelinos y extranjeros en un planta de gas en Argelia, por miembros de un grupo ligado a Al Qaeda (ataque que, según fuentes argelinas, fue liderado por un veterano yihadista y
contrabandista entrenado en Afganistán), eran de esperar reacciones por parte de Argelia y de la comunidad internacional. Este grave incidente ocurrió justo cuando las tropas
terrestres de Francia en Mali lanzaban su primera ofensiva, después de
seis días de ataques aéreos.
El secuestro de los trabajadores, de al menos 13 nacionalidades diferentes, de una manera indirecta estaba afectando a los 13 países de origen de estos trabajadores desplazados al país, lo que implicaba una internacionalización de los efectos del conflicto.
Tras el secuestro, los secuestradores emitieron un comunicado en el que, entre otras cosas, emitían una condena al Gobierno laico de Argelia por
"traicionar" a sus predecesores en la sangrienta guerra anticolonialista
contra Francia, en la década de los 50 e inicio de los 60 del siglo pasado, y permitir que los aviones de guerra
franceses sobrevuelen su territorio rumbo a Mali en la actualidad.
Las consecuencias de la toma de rehenes por parte del grupo yihadista no se han hecho esperar y hace unas pocas horas el ejército argelino lanzó un ataque militar a las instalaciones donde se encontraban retenidos los trabajadores, con el objetivo de poner fin a este secuestro masivo
de empleados.
Los detalles de la
operación son aún muy confusos y las últimas informaciones están reduciendo el
número de víctimas respecto a las originalmente anunciadas por los
secuestradores. Según transmite la agencia Reuters desde Argel -capital de Argelia-, citando una fuente propia, veinticinco extranjeros escaparon y seis murieron durante la operación lanzada por las fuerzas argelinas para liberar a los rehenes. Ya podemos confirmar, sin temor a equivocarnos, que nos encontramos en medio de la mayor crisis internacional de
rehenes registrada en varias décadas. En el mismo comunicado la agencia informa que ocho yihadistas perecieron en la operación de rescate.
En estos momentos las declaraciones de todas las partes implicadas son contradictorias y sólo en las próximas horas podremos tener confirmación de víctimas y rehenes liberados en el asalto a la planta de gas del desierto.
Por otra parte, el grupo afín a Al Qaeda ha dicho a la agencia mauritana Ani que aún mantiene a siete
occidentales cautivos: tres belgas, dos estadounidenses, un británico y
un japonés, según informaba El País en su edición digital de esta tarde. La agencia -oficial-
argelina APS, aseguraba hace unas horas que al menos cuatro occidentales (dos británicos,
un keniata y un francés) y otros 600 trabajadores de la planta habían sido liberados por el ejército argelino. Durante el combate -según algunas fuentes- entre las tropas argelinas y los miembros del grupo yihadista, que estaba en posesión de los rehenes, 25 de éstos, todos extranjeros, consiguieron huir de sus captores.
Sin embargo, la agencia ANI y la cadena de televisión qatarí Al Jazeera reportaron que 34
rehenes y 15 captores perdieron la vida cuando fuerzas del Gobierno
dispararon a bordo de helicópteros mientras los secuestradores
intentaban trasladar a sus prisioneros, en diferentes vehículos, a otro emplazamiento.
El Ejército argelino ha bombardeado desde el aire con helicópteros al
menos un vehículo en el que los yihadistas pretendían trasladar a los
cautivos a "un lugar más seguro", según explicaron a la agencia
mauritana con la que han estado en contacto desde que empezó el
secuestro.
Gran Bretaña y Noruega, cuyas firmas petroleras BP y Statoil operan
conjuntamente en la planta con la petrolera estatal argelina Sonatrach,
dijeron que habían sido informados por las autoridades argelinas de que
una operación militar estaba en marcha, pero no brindaron más detalles. Sin embargo, las declaraciones de un portavoz de Exteriores británicos indican que su Primer Ministro, David Cameron, no fue informado con antelación acerca del mismo: "Los
argelinos son conscientes de que hubiéramos preferido ser avisados con
antelación".
El asalto a la planta con la toma de rehenes por parte de los yihadistas y la posterior intervención de las tropas argelinas -con el desenlace que ya conocemos- ha incrementado la tensión en la zona y ha puesto en alerta los Gobiernos occidentales, que hasta ahora estaban de perfil en la crisis maliense.
Por el momento diversas empresas extranjeras, entre ellas la española CEPSA, que explotan instalaciones gasísticas o petroleras en el país, ya han anunciado el inmediato inicio de un proceso de evacuación de su personal extranjero.
"El conflicto en Mali conlleva enormes riesgos de cara al futuro. La sociedad no es consciente de la gravedad de la situación",
opina Dolores Algora Weber, especialista en los estudios del mundo
árabe islámico y en temas de seguridad y defensa internacional.
Por su parte, Justo Lacunza Balda, islamólogo y rector del Instituto Pontificio de
Estudios Árabes e Islámicos de Roma, admite -para 20minutos.es- "no es posible presagiar
si el conflicto bélico puede dilatarse en el tiempo. Pero hay muchos
posibilidades de que esto se convierta en el 'Afganistán negro'.
La ONU debe llevar adelante una actuación integral, para no correr riesgo en ese país donde decenas de organizaciones militares no han conseguido preservar la paz".
Varios paises, aliados de Francia, miraron con escepticismo la aventura iniciada por este País en Mali, que ahora
ha dejado de ser exclusivamente suya. Los secuestros indiscriminados que
perpetró Al Qaeda en la planta gasística de Amenas extienden necesariamente el conflicto a los
países con trabajadores secuestrados.
Una nueva bomba de relojería puede estar activándose en el escenario internacional, y la misma se encuentra muy cerca de las fronteras de España y Europa, dado que esa organización extremista islámica está presente en muchos
países de la región y constituye una línea de pólvora irregular e
inesperada
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