Tampoco es casualidad que este último incidente se haya producido en la patria de Berlusconi y de su partido Pueblo de la Libertad (PdL) conocido por sus constantes ataques a la inmigración y hacia otros sectores sociales discriminados generalmente. Sus actitudes xenófobas u homófobas no pasan desapercibidas para algunos sectores de la sociedad italiana y sus propuestas son rechazadas por los más liberales. Así en 2010, desde el PdL, se intentó mediante un proyecto presentado por Margherita Boniver, diputada del mismo, que se pusiera a los sin papeles a recoger la basura a cambio de que se regularizase su situación, y en Noviembre del año pasado volvieron a mostrar su cara más homofóbica cuando miembros de ese partido junto al derechista Liga Norte y el partido católico Unión de Centro (UDC) rechazaron en la comisión de Justicia de la Cámara de Diputados el proyecto de ley contra la homofobia que esta misma comisión parlamentaria había aprobado a finales de Octubre.
Los actos xenofóbos se van sucediendo cada vez con mayor asiduidad en los campos de fútbol a nivel mundial dado el escaso interés de las autoridades deportivas y políticas en tomar las medidas para que cesen definitivamente los actos discriminatorios hacia -especialmente- los jugadores de color. En el caso que comentamos, todos los jugadores y el entrenador del Milán -Allegri- se retiraron del campo mientras éste comentaba a la televisión italiana: “En un ambiente de racismo como el que hemos vivido en Busto Arsizio no se puede continuar jugando”.
En Rusia la xenofobia avanza a pasos agigantados en toda la sociedad -en la que un 46% de los rusos reconoce sentir enemistad y rechazo hacia las personas de otra nacionalidad, mientras que el 45% se siente amenazado por el entorno, según una encuesta publicada el año pasado por el centro de estudios sociológicos Levada. Así, es habitual escuchar en los campos de fútbol cánticos de índole racista ante una cierta indiferencia general. Algo que está sucediendo de forma cada vez más habitual hasta en los campos de países con una tradición más liberal, solidaria y democrática.
La globalización ha permitido intensificar los flujos migratorios en respuesta a la demanda de los mercados laborales. Sin embargo, en estos momentos de crisis se está configurando un escenario donde se hospedan cómodamente quienes explotan la crisis económica para alimentar el odio y la intolerancia xenófoba.
En España -por ejemplo- empieza a vislumbarse una mirada reprobatoria hacia quienes vinieron a buscar una oportunidad para conquistar una vida digna y una huida de la miseria.
La xenofobia puede demostrarse a través de la intolerancia religiosa o cultural hacia aquellos que son diferentes de nosotros y está encontrando en las gradas del fútbol un santuario para su devoción y progreso.
Y su expansión la podemos observar a través de los resultados electorales de algunas formaciones ultras en países como Austria, Italia, Francia, Alemania o Grecia, entre otros.
El
gran, e inminente, peligro de la xenofobia -además de su actitud discriminatoria- es que su expansión llevará,
paulatinamente, a incrementar los ataques hacia otros sectores como los
izquierdistas, mujeres, homosexuales, ateos, etc. y todos conocemos cuales fueron los resultados de esas actitudes en el pasado.
En menos de tres años, los neonazis de Amanecer Dorado han pasado de ser un partido político minoritario a convertirse en el tercer partido más votado de Grecia (Photo/Reuters) |
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