¿Es
España un país en decadencia?. Un país en el que la inmensa mayoría de
sus
ciudadanos/as son hombres y mujeres que sólo aspiran a tener una vida
decente, que se resume en trabajar para vivir y que el producto de su
trabajo les permita, no sólo un nivel de subsistencia decoroso, sino la
posibilidad de conseguir unas ciertas actividades de ocio que les
satisfagan y les permita disfrutar del tiempo de descanso. Así mismo
estos ciudadanos aguardan que su
contribución a la solidaridad y mejora de un país común, vía pago de
impuestos, se vea
traducida en un estado donde exista una política de igualdad de
oportunidades para ellos y sus hijos.
Ese
sueño de la igualdad de derechos y oportunidades se desvanece paulatina
y diariamente ante nuestros ojos debido a la pasividad e incompetencia
de los dirigentes en diversas esferas del país. Con sus políticas sociales, su alto
nivel de corrupción, su incapacidad manifiesta en la toma de decisiones
desde el Gobierno y otras instancias, al igual que el muro de Berlín
pero menos poéticamente, van resquebrajendo el estado del bienestar
duramente conseguido a través de años de esfuerzo, trabajo y lucha de los ciudadanos españoles.
Tras
la famosa transición democrática, proceso por el cual se dejaron atrás
40 años de dictadura -tras la muerte del general Francisco Franco-,
España entra en una vorágine -con su traca final en los días de hoy-
bochornosa y vergonzosa que tiene como principales protagonistas -se
quedaron con todos los papeles principales- a políticos, banqueros y
empresarios acompañados por una trope de asesores, familiares y amigos
colocados, con absoluto descaro y desprecio de cualquier ética, en
administraciones y empresas públicas o privadas, fundaciones, etc, que
se treparon a la causa común de la corrupción y el trapicheo, con
independencia de sus -supuestas- ideologías e independientemente del
abanico de partidos que conforman la política española y todos con un
objetivo claro: evitar que se seque la teta de donde maman aunque eso
signifique perjudicar a todos los ciudadanos que forman parte de la otra
España.
Ese país ha vivido por encima de sus posibilidades durante mucho tiempo, los políticos han malgastado el dinero de forma irresponsable
y los gobiernos de las diferentes regiones -comunidades autónomas- que
forman el mismo se han preocupado exclusivamente de ir en cabeza en una
suicida carrera por ver quién tenía la infraestructura más cara y
moderna, sin preocuparse por si era útil, tenía demanda y, sobre todo,
si se podía pagar, como el centro de artes y cultura de Alarcón (Madrid),
los aeropuertos de Castellón o Ciudad Real, el centro cultural de Galicia, etc. Parece que cada alcalde,
presidente de comunidad autónoma, y otros quería su propio Guggenheim.
Ahora España alcanzó un nuevo récord histórico de desempleo -el último
trimestre de 2012 superó el 26% de la población activa y el 55%
entre los jóvenes- mientras el país sigue sumido en una recesión y un
esfuerzo de austeridad sin precedentes. El aumento del paro es particularmente dramático entre los jóvenes, con
un 55,13% de los españoles activos entre 16 y 24 años sin trabajo,
respecto al 52,34% de hace tres meses, pero no podemos olvidar al millón de desempleados mayores de 50 años. El número de hogares españoles en
los que ninguno de sus miembros con capacidad de trabajar tiene posibilidad de hacerlo también aumentó en
95.800 y se situó en 1.833.700, lo que supone más de uno de cada diez
hogares en esta situación.
Y es
que la situación de España es esa, se ha reducido a nada
por la falta de ingresos y por las obligaciones de sus pagos excesivos. Y
ante esa situación aparecen los discursos centrados en las amenazas, el
miedo, el temor y, claro está, el discurso demagógico de
políticos y grandes empresarios sobre los grandes beneficios que la
política de austeridad, la reforma laboral, etc. van a implicar para el
pueblo español en el medio plazo. La pregunta es ¿para qué sector del
pueblo español?. Evidentemente colocar al pueblo bajo la amenaza de la
espada -caos económico y social- es más fácil que reconocer la
incapacidad de sacar adelante una situación realmente complicada, es más
simple que decirle al pueblo: "ayudadnos pues lo hemos hecho tan mal
que ahora no sabemos como salir y necesitamos vuestra ayuda" y en
consecuencia admitir su fracaso político.
Para el 2013 las perpectivas no son más halagüeñas "El Fondo Monetario Internacional (FMI) revisó hoy ligeramente a la baja
las previsiones económicas de España, que apuntó supondrá para este año
una caída del crecimiento de -1,5 % y un incremento del PIB del 0,8 % en
2014, en su informe actualizado de 'Perspectivas de la Economía
Mundial'". Ante esta perspectiva surge la omnipresente voz del
ministro de economía del gobierno Rajoy, Luis de Guindos, quien ante la comisión de Asuntos Económicos de
la Eurocámara volvió a insistir en los “signos positivos” para la
recuperación y aseguró que las peores expectativas de los organismos
internacionales
“no están escritas en bronce”.
Mientras,
los españoles esperan, entre tenebrosas y lúgubres pesadillas de caos y desastres
económicos, que emerga el enésimo caso de corrupción en el país.
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