Con el escrutinio de los últimos votos, la coalición Likud Beitenu, de Netanyahu y su ex ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman, se ha erigido como fuerza vencedora de las elecciones -tal como habían previsto los sondeos- con sus 31 escaños, pero que representan 11 menos que en la anterior legislatura.
La nueva formación de centro Yesh Atid (Hay Futuro), partido centrista que defiende el laicismo, formada el pasado año, se ha alzado hasta la segunda posición en el espectro parlamentario, lo que representa una importante sorpresa según diversos analistas, consiguiendo su entrada en la Knesset (Parlamento) con 19 diputados, relegando de esta manera al Partido Laborista hasta la tercera posición en número de escaños, 15, aunque éstos han mejorado en cuatro sus resultados anteriores. Por su parte, la extrema derecha, sin conseguir los resultados esperados, se convirtió en la cuarta fuerza, junto al ultraortodoxo Shas, con 11 diputados cada uno de ellos.
Estos datos provisionales, los oficiales no se darán a conocer hasta el final de semana cuando sean computados los votos de los desplazados de su residencia habitual, reflejan una paridad cuando analizamos los resultados por bloques
ideológicos. Los partidos de derecha y los ortodoxos han conseguido 60 escaños, mientras los otros 60
han ido a parar a los de centro e izquierda. En consecuencia esta situación podría dificultar la formación de Gobierno -la tradición política israelí establece que el partido más votado
reciba en primer lugar el encargo del presidente de país de intentar
formar el mismo- y abrir
incluso una ligera posibilidad de que Netanyahu no pueda formar un
Ejecutivo y le quepa esa responsabilidad al bloque de centro izquierda, aunque esta opción se vea como bastante
improbable por parte de los analistas.
Sin embargo, y al margen de los números, una cuestión parece haber dejado en evidencia el resultado de estas elecciones y es la necesidad del próximo gobierno de iniciar un cambio en la dirección económica y política en Israel.
Aunque en su discurso de victoria Netanyahu ha vuelto a uno de sus temas favoritos: la amenaza nuclear iraní, reincidiendo en que hará todo lo posible para detener el programa nuclear de la República Islámica al que atribuye intenciones bélicas, "El primer reto era y es evitar que Irán obtenga el arma nuclear" según mencionó en el mismo, del resultado puede desprenderse que, para un sector de los votantes israelíes, fundamentalmente la clase media secular -sobre la que recae un alto esfuerzo impositivo y social (servicio militar obligatorio) ante las excepciones que favorecen a la comunidad ultraortodoxa-, la seguridad, sin dejar de ser un aspecto importante, ha dejado paso a la preocupación por la evolución económica y social de Israel.
Un factor que puede obligar a Netanyahu a renunciar a su previsto giro hacia una política más derechista y cercana a los grupos ultraortodoxos y nacionalistas, es la alta participación en las elecciones, la mayor de los últimos comicios, que ha alcanzado cerca del 70 por ciento. Hablando de las razones para esta
alta participación en las elecciones, Eyal Chowers, profesor de la
Universidad de Tel Aviv, dijo que más gente había decidido acudir a
las urnas para mostrar su descontento con "el gobierno y sus
políticas". En este escenario no pueden olvidarse las importantes movilizaciones que sacudieron Israel, en 2011 y 2012, a través del movimiento de los indignados (similar a los sucedidos en USA, España, Italia u otros países) que llevaron a las calles de Tel Aviv, Jerusalén, Haifa y otras ciudades -condenando la elevada carestía de la
vida y en demanda de justicia social- a centenares de miles de personas. Dado que en la primera ciudad, de aproximadamente 1,4 millones de habitantes, se llegaron a reunir en diferentes movilizaciones cerca de 300.000 personas, podemos considerar que las manifestaciones alcanzaron una magnitud considerable.
Así, uno de los columnistas políticos más influyentes del país, Nahum Barnea, justificaba el previsible éxito de los bloques de centro izquierda con el ambiente de ansiedad que se vive en Israel: “los jóvenes están ansiosos por el alto precio de los pisos y la falta de trabajo; los mayores están ansiosos por el aislamiento de Israel en el mundo y la crisis económica. Y todo el mundo está ansioso por la guerra", según publica la web teinteresa.es
Así, uno de los columnistas políticos más influyentes del país, Nahum Barnea, justificaba el previsible éxito de los bloques de centro izquierda con el ambiente de ansiedad que se vive en Israel: “los jóvenes están ansiosos por el alto precio de los pisos y la falta de trabajo; los mayores están ansiosos por el aislamiento de Israel en el mundo y la crisis económica. Y todo el mundo está ansioso por la guerra", según publica la web teinteresa.es
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