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domingo, 20 de julio de 2014

América Latina, Alianza Atlántica vs Mercosul: El desarrollo económico se mueve a dos velocidades

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Los máximos mandatarios de los países que componen la Alianza del Pacífico.
Después de una década con un crecimiento relativamente fuerte, América Latina se encuentra en estos momentos con vientos en contra, como una menor demanda externa, una moderación de los precios de las materias primas y una incertidumbre creciente acerca de las condiciones financieras externas, según las últimas Perspectivas Económicas de América Latina publicadas de manera conjunta por el Centro de Desarrollo de la OCDE, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).
"América Latina todavía puede alcanzar un crecimiento sostenible e incluyente, pero la ventana de oportunidades se está cerrando", declaró el Secretario General de la OCDE, Angel Gurría. El mismo añadió a continuación, "Para poder afrontar los nuevos retos y oportunidades que se derivan de una economía global cada vez más interconectada, los países de la región deben aumentar rápidamente la competitividad mediante la diversificación de la economía, un mejor desempeño logístico y posicionarse dentro de las cadenas de valor hacia actividades de mayor valor agregado".
Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de CEPAL, manifestó: "Es necesario adoptar reformas destinadas a mejorar la productividad y a reforzar la capacidad de los gobiernos para dar respuesta a las exigencias de una “emergente clase media”, mientras multiplican sus esfuerzos para reducir los niveles de pobreza y la desigualdad".
La Alianza del Pacífico, orientada al libre comercio, y Mercosur, más proteccionista e ideologizado, compiten en una América Latina que gana peso en la geopolítica mundial pero que ha frenado el robusto crecimiento de una década.
Ambas organizaciones también reflejan la rivalidad entre México y Brasil, las dos potencias regionales con enfoques políticos y económicos distintos pero que ambicionan el pujante mercado asiático y ganar peso en foros internacionales.
Algunos analistas ven la Alianza de Pacífico como un proyecto económico y político de contención de Unasur, que impulsa Brasil.
La Alianza ha sido calificada por el Presidente de Bolivia, Evo Morales, como un "intento de Estados Unidos de utilizar a uno o dos presidentes para dividir a América del Sur", mientras el ex Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, declaró que con ese grupo "tiene el interés de debilitar la integración de América del Sur".


El decenio dorado de los altos precios de las materias primas y la entrada de dinero a espuertas en América Latina toca a su fin y con ello se está profundizando la brecha entre los países de la costa del Pacífico, más dinámicos y abiertos, y los del Atlántico, más proteccionistas y burocráticos. Si durante los primeros años del nuevo milenio —el periodo más influyente del chavismo—, la región estuvo dividida en términos políticos entre Gobiernos conservadores y de izquierdas, ahora la ruptura es predominantemente comercial en dos grandes bloques: la Alianza del Pacífico (Chile, Perú, Colombia y México) y el Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela).
Los más recientes informes sobre perspectivas económicas mundiales, empezando por el del Fondo Monetario Internacional (FMI) o el del Instituto para las Finanzas Internacionales (IIF) de Washington, dan cuenta de que el futuro a corto y medio plazo de la Alianza del Pacífico es más prometedor que el del Mercosur. El primer bloque crecerá este año entre un 3% y 4%; mientras que Brasil, Argentina y Venezuela, las economías que representan el 98% del producto interior bruto (PIB) del segundo bloque, crecerán apenas entre un 0,6% y 1%. Uruguay y Paraguay tienen mejores previsiones de crecimiento que sus socios, pero sus economías son muy pequeñas.
"A corto y medio plazo, creo que la ventaja de la Alianza del Pacífico sobre el Mercosur tenderá a ampliarse", opina Ramón Aracena, economista jefe del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF) de Washington. "La Alianza está demostrando ser más resistente a las crisis, refleja un compromiso firme con el modelo de libre mercado que ha adoptado y, sobre todo, goza de un intangible que es la credibilidad. El Mercosur puede cambiar dentro de un tiempo y abrirse más a los mercados internacionales, pero va bastante rezagado... La Alianza nace de intereses pragmáticos, de abajo arriba impulsada por la comunidad empresarial de los países miembros, no de arriba abajo como un proyecto político. Y este origen es clave en su desarrollo y su futuro como bloque comercial", añade el economista chileno.
La Alianza del Pacífico crece más deprisa, pero el Mercosur tiene un mayor gasto social
Muchas cosas separan a uno y otro bloque. La Alianza del Pacífico, creada en 2011, ha apostado por la economía de mercado y por los acuerdos de libre comercio con EE UU, Europa y Asia. Cuenta además con una mayor confianza de los inversores internacionales y los organismos de crédito, y los dirigentes que los gobiernan tienen una tendencia menor a caer en la demagogia.
En cambio, las tres grandes economías del Mercosur —fundado en 1991—, son más intervencionistas y son percibidas como menos amigables con el libre comercio y la inversión extranjera. Los Gobiernos populistas de Argentina y Venezuela, además, tienen problemas para controlar la inflación y para conseguir financiación externa. En cuanto al gasto social, los países del Mercosur superan a los de la Alianza del Pacífico. Pero aunque las ingentes ayudas públicas han permitido a mucha gente salir de la pobreza extrema, los desembolsos no han supuesto una verdadera revolución en el desequilibrio de la renta y la desigualdad de oportunidades, flagelos a los que ningún país de la región escapa.
Brasil, la mayor economía latinoamericana, ha sufrido dos revisiones a la baja de su solvencia financiera por parte de las agencias Moody’s y Standard and Poor’s en lo que va de año. A pesar de que el país probablemente registre el mayor crecimiento del bloque Atlántico este año (entre el 1,8% y 1,5%, según se mire al FMI o al Banco Mundial), éste seguirá siendo más bajo que el de México (entre el 2,3% y 3%), el menos abultado de los países del bloque del Pacífico. La oleada de protestas con epicentro en São Paulo de hace un año y las que han sacudido al país con motivo del Mundial de fútbol han sembrado inquietud entre los inversores internacionales sobre el futuro brasileño, a pesar de que el país sigue siendo el principal receptor de inversión extranjera directa de toda la región.
La inflación en el país se ha elevado más de lo previsto, sobre todo por problemas en la cadena de suministro derivados del déficit energético, lo que ha mermado el poder adquisitivo de la clase media que creció durante los años de fuerte expansión (2005-2010). El país ocupa el puesto 116 del total de 189 países del informe Doing Business 2014 del Banco Mundial. Se tarda 107,5 días en abrir un negocio frente a la media de 36,1 del resto de la región. Una vez abiertas, las firmas tienen que invertir 2.600 horas anuales en asuntos fiscales frente a las 369 horas de media en la zona.
En la prensa generalista y en las publicaciones especializadas de Brasil crecen las voces de empresarios que piden una mayor apertura de la economía para dar un impulso a una actividad que viene decayendo desde hace tres años y que se arriesga a un estancamiento prolongado. La élite económica teme que el país pierda mucha competitividad exterior si la Alianza del Pacífico avanza en sus planes de libre asociación con 12 países asiáticos (entre ellos Japón y Corea del Sur, pero no China e India).
El temor a perder cuota como gran exportador también ha elevado en Brasil el tono del debate sobre el corsé que suponen las reglas del Mercosur para que uno de sus miembros pueda negociar pactos comerciales con cierta manga ancha. Esto lo vivió de cerca Uruguay cuando quiso acercarse más a EE UU; y los propios brasileños y argentinos, en sus intentos de cerrar un acuerdo con la UE. Las constantes disputas comerciales entre Brasilia y Buenos Aires han desgastado el Mercosur tras 25 años en los que el proceso de integración ha avanzado poco. "La Alianza dice: tengamos libre comercio entre nosotros y con el mundo. El Mercosur: tengamos libre comercio entre nosotros e impongamos tarifas al resto", explica Aracena. "Creo que si a la Alianza le va muy bien, aumentarán las presiones en el seno del bloque del Sur para cambiar el modelo", añade.
El modelo de fomento de la demanda interna a través del gasto social y la inversión muestra signos de agotarse.
Brasil, que no depende tanto de las materias primas (35,4% de sus envíos al exterior son de manufacturas), enfrenta "muchos cuellos de botella" en infraestructura y "no ha definido si los resolverá con inversión pública, que no alcanza, o privada, que tiene sus condiciones", observa Jürgen Weller, economista de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
"El modelo que llevó a crecer más en la década pasada se debilita. El empleo no aumenta, los salarios ya no tanto, con lo que la demanda interna se debilita. Esa demanda interna de los últimos años hizo crecer las importaciones y, al igual que en muchos países, esto trajo déficit en la cuenta corriente. Hubo depreciación del real, la inflación no es tan alta, pero el banco central subió los tipos de interés al 11%, lo que también rebaja la actividad, el crédito se contrae", concluye Weller.
Argentina y Venezuela tienen serios problemas tanto para controlar la inflación como para conseguir financiación tras años de dar la espalda al mercado y maquillar o intentar ocultar las cifras macroeconómicas. La difícil vida entre el desabastecimiento y el nivel de precios más alto del mundo (59,3%) ha disparado una protesta social en Venezuela que se ha cobrado la vida de más de 40 personas en lo que va de año. Argentina ha tenido que blanquear sus estadísticas y reconciliarse con los acreedores externos para reinsertarse en el sistema financiero internacional y obtener dinero en el exterior. La jugada le ha servido para aliviar un poco el llamado riesgo-país, que es el más alto de la región tras Venezuela, pero llega un poco tarde para revertir de pleno la delicada situación del país a poco más de un año de las elecciones. Tanto el FMI como el Banco Mundial prevén el estancamiento tanto de la economía venezolana como de la argentina para este año.
"Muchos analistas suelen tratarlos juntos, pero el caso argentino no es tan negativo. En ambos ha habido mala gestión económica, pero en Argentina nunca hubo el grado de distorsión de Venezuela, donde no se entiende que con un barril de petróleo a 100 dólares haya crisis cambiaria", opina el economista colombiano José Antonio Ocampo, profesor de la Universidad de Columbia y coautor junto con el Nobel Joseph Stiglitz del libro Tiempo de una mano visible: lecciones de la crisis financiera mundial de 2008. Este experto coincide con el informe del Banco Mundial en que Argentina ha adoptado este año medidas para revertir su situación, como la devaluación del peso, la normalización de las estadísticas públicas, el acuerdo para el pago de la deuda con el Club de París (grupo de 19 países acreedores), y la indemnización a Repsol por la expropiación de YPF. "Pero debe hacer más ajustes", señala Ocampo.
Argentina y Venezuela tienen problemas con la inflación; es más grave en el país caribeño
"Son medidas de estabilización, pero no de estímulo", advierte Weller sobre Argentina, un país donde las manufacturas suponen el 32,6% de las exportaciones y donde precisamente las fábricas de coches y sus componentes son las que están suspendiendo o directamente despidiendo trabajadores. Venezuela, donde las exportaciones no petroleras son apenas el 4,7% del total, está más lejos que Argentina de resolver su escasez de divisas. El país caribeño enfrenta un alto déficit de energía eléctrica que afecta al sector productivo y problemas para tornar eficientes las numerosas empresas nacionalizadas por el chavismo.
En el bloque de la Alianza del Pacífico a todos les va mejor que a los del Atlántico, pero entre sus asociados hay también bastantes diferencias. En el informe del Banco Mundial aparecido el miércoles, Colombia es la única de las grandes economías que va a crecer más en 2014 que el año pasado. País exportador de petróleo y minerales (solo el 22,8% de sus ventas externas son manufacturas), "Colombia se ha visto impulsada por un ambicioso programa de inversión pública en infraestructuras y vivienda, y por el auge de un nuevo sector de materias primas, el del carbón", explica Weller.
Hace unas semanas, el embajador colombiano en Madrid, Fernando Carrillo, aventuró ante los empresarios canarios que un acuerdo de paz entre el Gobierno y las guerrillas de las FARC y del ELN podrá añadir hasta dos puntos porcentuales al PIB si los recursos de la guerra se destinan a servicios públicos que apuntalen el desarrollo, según la agencia Efe.
El segundo grupo dentro de la Alianza es el de los países que moderan su crecimiento por la caída de la demanda de productos mineros: Perú y Chile. El primero de estos países va a soportar mejor la desaceleración de la demanda porque el precio de los hidrocarburos y de los metales preciosos se mantiene fuerte. Añadiendo, Weller, a continuación, "Además, Perú crece un poco más porque viene de fortalecer el mercado interno con el surgimiento de una nueva clase media. En Chile eso había ocurrido ya en los noventa". La presidenta chilena Michelle Bachelet, que regresó al poder en marzo pasado, impulsa una reforma para mejorar las oportunidades educativas y otra para diversificar una economía en la que las exportaciones industriales suponen solamente el 13,5% del total. En Perú son el 14,7%.
A la hora de juzgar a los dos bloques por sus progresos sociales, los resultados son diferentes de los datos macroeconómicos
México se expande más que el año pasado, pero a un paso más lento de lo esperado tras las reformas que el presidente Enrique Peña Nieto emprendió en 2013, como la que abrirá el negocio petrolero al capital privado y extranjero. "El Gobierno identificó los cuellos de botella que habían provocado un crecimiento débil en años anteriores, hizo las reformas, pero quizás se generaron expectativas exageradas de un efecto inmediato. Además, en México, en contraste con Sudamérica, se fomentó la competitividad con un control de los costes laborales que hizo bajar el salario mínimo en los noventa y mantenerlo congelado en 2000. En cambio, en Sudamérica se fomentó la demanda con subidas del salario mínimo, y esto dio dinamismo en el mercado interno, que ahora está llegando a su fin porque se financiaba gracias a la demanda externa [de productos básicos]", dice el experto de CEPAL.
A la hora de juzgar a los dos bloques por sus progresos sociales, los resultados son diferentes de los datos que trazan el comportamiento macroeconómico. Entre 2005 y 2013, la pobreza bajó en Brasil a la mitad, del 36% al 18%; en Argentina, un tercio, del 30% al 20%, según la cifra del año pasado que esta semana recalcularon los técnicos del Instituto Nacional de Estadística, negándose a practicar cualquier manipulación de las cifras. Mientras, en Venezuela, se redujo del 37% al 27%. Sin embargo, tanto en Buenos Aires como en Caracas se teme que el flagelo de la pobreza vuelva a dispararse este año de la mano de la alta inflación. Mientras tanto, en la Alianza del Pacífico, Colombia logró disminuirla del 45% al 32% y Perú, a la mitad, del 52% al 25%; pero México sufrió un retroceso, del 31% al 37%, y Chile, que partía de una mejor situación, la redujo del 13% al 11%, según el último informe social de CEPAL.
La desigualdad de ingresos entre el 20% más rico de la población y el 20% más pobre entre 2002 y 2012 bajó más de 10 puntos en Brasil, entre cinco y diez en Argentina, Venezuela y Perú, y menos de cinco en Colombia, Chile y México. La región más injusta del mundo en lo que se refiere a redistribución de la renta logró progresos en esta materia, en contraposición con el resto del planeta, pero esas mejoras están estancándose, según un informe de George Grey Molina, economista jefe para Latinoamérica del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
La Alianza del Pacífico, fundada en junio de 2012 por México, Colombia, Chile y Perú, suma 210 millones de habitantes y el 35 por ciento del PIB de Latinoamérica.
El grupo acordó liberalizar el 92 por ciento de los bienes y servicios entre los cuatro países, a los que ha pedido unirse Panamá y Costa Rica y una veintena son observadores, entre ellos Estados Unidos, Japón, China o España.
Por su parte, Mercosur fue fundado en 1991 con objetivos ambiciosos por Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, a los que posteriormente se unió Venezuela y está en trámites Bolivia.
Pero la falta de avances y diferencias internas sobre la liberalización aduanera de bienes y servicios ha estancando a este grupo regional, que suma el 58 por ciento del PIB latinoamericano.
Los cuatro países de la Alianza del Pacífico son los principales aliados de EEUU en la región, lo que levanta reticencias de algunos mandatarios, como la argentina Cristina Kirchner o el ecuatoriano Rafael Correa, que llegó a decir que mientras sea presidente, Ecuador "no entrará en ninguna de esas aventuras" neoliberales.
Los países latinoamericanos que durante seis años encadenaron crecimientos promedio del 4-5 por ciento y capearon la crisis financiera mundial, parecen llegar a un cambio de ciclo con una tasa más modesta, estimada por el FMI en el 2,9 por ciento (3,1 en 2014).
La pujanza de América Latina tuvo como base la llegada de fuertes flujos de inversión extranjera, las remesas de sus emigrantes y la voracidad de China por sus materias primas.
Pero el FMI alertó de la vulnerabilidad de la región por un cambio de la política monetaria de EEUU, la volatilidad de los precios de las materias primas y el estancamiento de los países en desarrollo.
Las asignaturas pendientes siguen siendo la pobreza y la desigualdad, alta inflación (especialmente en Argentina y Venezuela) y la falta de infraestructuras que ayuden al crecimiento.
También el crimen organizado es una amenaza a la estabilidad y la calidad de la democracia en América Latina, según la OEA.
Los años de bonanza económica sacaron a 70 millones de personas de la pobreza en Latinoamérica de 2003 a 2012 y otros 50 millones se incorporaron a la clase media.
La desigualdad de ingresos entre el 20% más rico de la población y el 20% más pobre entre 2002 y 2012 bajó más de 10 puntos en Brasil, entre cinco y diez en Argentina, Venezuela y Perú, y menos de cinco en Colombia, Chile y México. La región más injusta del mundo en lo que se refiere a redistribución de la renta logró progresos en esta materia, en contraposición con el resto del planeta, pero esas mejoras están estancándose, según un informe de George Grey Molina, economista jefe para Latinoamérica del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

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