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miércoles, 9 de julio de 2014

Brasil, La decepción, tras la goleada de Alemania y la eliminación de la Copa del Mundo, provocó tristeza e incidentes

Brasil 2014: Queman buses en Brasil tras humillante eliminación
Autobuses quemados tras la eliminación de Brasil de la Copa del Mundo 2014.
Nadie pareció imaginar que el martes 8 de julio Brasil lloraría una derrota futbolística comparable al Maracanazo de 1950, o tal vez peor. Y sin embargo, eso fue lo que ocurrió.
En las calles de cada rincón de Brasil millones de personas sufrieron en silencio frente a las pantallas de televisión, uno a uno, los goles con que Alemania eliminó a Brasil en la semifinal del Mundial 2014, que acabó 7-1. Tras el partido varias ciudades brasileñas vivieron episodios de violencia y cerca de 20 autobuses fueron incendiados en São Paulo y algunos hinchas fueron detenidos en peleas y altercados. La policía reforzó su presencia durante la noche para evitar nuevos disturbios.
En Belo Horizonte, en el Estado de Minas Gerais, ciudad en la que se celebró el partido, se registraron algunos de los hechos violentos más importantes. En Savassi, un barrio de vida nocturna, se reunieron cerca de 25.000 personas. Fue allí donde se produjeron varias peleas. Cuatro personas fueron heridas y  hubo doce detenidos, según informó la agencia France Presse.
Dentro del estadio hubo desmanes y varias personas que intentaron destruir parte del patrimonio público debieron ser expulsadas del recinto deportivo y custodiadas por la Policía hasta la salida, según las autoridades. Uno de los sucesos se desató después de que un grupo de personas quemara una bandera de Brasil durante el periodo de descanso, al que se llegó con la victoria de Alemania por cinco goles a cero.
Más de una veintena de autobuses fueron asaltados e incendiados, 19 quedaron totalmente calcinados, en São Paulo, según la empresa concesionaria SPTRans, que gestiona el transporte público de la ciudad.
El incendio fue provocado en un garaje de la empresa de autobuses VIP.  fue quemado en varias zonas.
Incidentes en la playa de Copacabana en Rio de Janeiro. EFE.
En la periferia de São Paulo, en São Matheus, una tienda de electrodomésticos fue saqueada e incendiada. Una calle al norte de la ciudad resultó bloqueada con mobiliario urbano y cubos de basura ardiendo en llamas. Lo mismo ocurrió en la zona este.
En Curitiba hubo autobuses apedreados. El alcalde, por medio de las redes sociales, quiso minimizar el asunto y calificó de "aislados" los hechos. "No se pueden admitir conductas vandálicas por causa de la derrota", añadió.
En Rio de Janeiro una persona murió ayer martes durante un tiroteo entre la Policía Militar y dos personas que quemaron un autobús, dentro de los disturbios originados  tras la derrota de la selección de Brasil ante Alemania, por 1-7 en la semifinal del Mundial de fútbol 2014. En esta ciudad la policía reportó un asalto colectivo (arrastrão) durante el partido en el barrio de Copacabana, el más turístico de la ciudad.
En la capital carioca hubo peleas entre los seguidores que asistieron a una zona cercana a la playa habilitada con pantallas para ver el partido. El diario Folha de São Paulo informa de que hubo seis detenidos.
Avener Prado/Folhapress
Una persona herida después de los enfrentamientos entre las aficiones de Argentina y Brasil.
En Recife, otra de las sedes de la Copa Mundial, la Policía lanzó gases lacrimógenos en un recinto, FanFest de la FIFA, habilitado para ver el partido, según señala el periódico brasileño O Globo.
En São Paulo también se produjeron enfrentamientos durante toda la noche entre las aficiones de los países de Argentina y Brasil en la conocida zona de Vila Madalena, lugar de encuentro durante todo el mundial de las diferentes aficiones de los países que han participado en la Copa del Mundo 2014.
Alrededor de las 22:00 horas la policía intervino para dispersar una concentración de argentinos y brasileños que habían convertido la zona en un campo de batallas, tras entrar los primeros en el lugar conmemorando la derrota de Brasil.

En unos mundiales marcados desde hace tiempo por el malestar social, las protestas en la calle, los gastos excesivos en estadios e infraestructuras, el fraude en la venta de entradas, etc. la derrota de la selección de Brasil dejó una estela de frustración y violencia, en un país donde el fútbol es algo más que una pasión, y quizás, para algunos analistas políticos, pueda llegar afectar a la presidenta del país Dilma Rousseff en las próximas elecciones de octubre. "Que no haya dudas. Esto influirá en los sondeos y Dilma Rousseff bajará. La gente ahora la toma con el entrenador Scolari, pero pronto transferirá esa frustración a Rousseff", asegura el sociólogo especialista en deportes Flavio de Campos. Este experto recuerda que durante el partido, el público pasó, casi sin solución de continuidad, de insultar al criticado delantero Fred a dirigirse a la presidenta. Y añade una particularidad del pueblo brasileño que hoy se muestra en carne viva: la identificación de la esencia del país con el fútbol. "Siempre esperamos que los futbolistas de la selección encarnen la fuerza, la virtud y la creatividad que no encontramos en otros espacios sociales", sentenció el mismo. Hoy el periódico paulista, A Folha de São Paulo publica una carta al director del mismo que dice: "Se acabó la euforia. Vamos a cuidar de la economía, a hacer que este país vuelva a andar. Basta de emoción. Vamos a arreglar la inflación. Despierta a la realidad, Brasil".
Tras la eliminación de la selección brasileña la protesta social puede volver a tomar las calles de Brasil.
Pan y circo, pensaban los césares de Roma, bastaban para hacer feliz al pueblo. Así era y, en gran medida, así continúa siendo ante la indiferencia popular. Y por eso el pueblo clama: si no hay pan, por lo menos que haya circo. Talvez de esa manera, piensa una gran multitud, consigamos escapar de una realidad en la que nos han envuelto políticos y empresarios con su corrupción, negligencia, mala praxis profesional, o el ávido deseo de enriquecimiento a cualquier precio.
Ahora en Brasil se acabó el circo y la gente pregunta de nuevo dónde está el pan.
Todos vuelven a su realidad difícil, viviendo en favelas precarias y peligrosas, con una deficiente sanidad pública, carentes de atenciones sociales, con un mayoría de trabajadores en empleos precarios, lejos de todo lo que un país con los recursos de Brasil podía estar ofreciendo ya a su gente, pero como el dinero se lo quedan unos cuantos, ahora debería volver la indignación.
Tras el Mundial Brasil, ese país de una belleza extraordinaria, de una calidez acogedora y  con una música envolvente, en el que he pasado, y disfrutado, una gran parte de mi vida, deberá luchar por ganar su propio título, aunque ese nada tenga a ver con el fútbol: la igualdad y justicia social. Un título que permita disminuir la brecha social existente, donde la calidad de la educación sea igual para todos, donde la sanidad pública se eleve desde la podredumbre donde se encuentra, donde las mejoras sociales y económicas no continúen siendo exclusivas de una minoría privilegiada, donde el bienestar llegue a todos los ciudadanos de todos los rincones del país, donde el fútbol deje de ser el refugio de las frustaciones populares para convertirse tan solo en lo que es, un deporte. 

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