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sábado, 27 de septiembre de 2014

España, 27 de septiembre de 1975: Últimas ejecuciones de la Dictadura de Franco


Las últimas ejecuciones del franquismo fueron también los últimos fusilamientos del régimen franquista y se produjeron el 27 de septiembre de 1975 en las ciudades españolas de Madrid, Barcelona y Burgos, siendo ejecutadas por fusilamiento cinco personas: tres militantes del FRAP, José Humberto Baena, 24 años, José Luis Sánchez Bravo, 33 años, y Ramón García Sanz, 27 años, y dos militantes de ETA político-militar, Juan Paredes Manot (Txiki), 21 años, y Ángel Otaegui, 33 años. Estas ejecuciones, las últimas de la dictadura franquista, poco antes de la muerte del general Francisco Franco, levantaron una ola de protestas y condenas contra el gobierno de España, dentro y fuera del país, tanto a nivel oficial como popular.
En los juicios sumarísimos celebrados en Madrid y Barcelona, a mediados de septiembre, habían sido condenadas once personas, pero la "magnanimidad" de Francisco Franco, Caudillo de España, permitió que la pena de muerte fuese conmutado por la cadena perpetua a seis de los condenados. El 27 de septiembre, haciendo caso omiso a las peticiones de clemencia que llegaron de todo el mundo, incluyendo al entonces Papa Pablo VI, Jefes de Gobierno de una gran multitud de países, diversas organizaciones humanitarias, etc. Franco ordenó los fusilamientos de los cinco condenados cuyas penas nos fueron conmutadas. Dos meses antes de su propia muerte, Franco no tuvo piedad.
José Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo, Ramón García Sanz, Angel Otaegui y Juan Paredes Manot (Txiki) fueron asesinados por diversos grupos de voluntarios de la Guardia Civil y la Policía Armada en otros tantos pelotones de ejecución mientras eran jaleados por muchos.
A Txiki lo fusilaron junto al cementerio de Collserola, en las afueras de Barcelona. Otaegi, fue fusilado sin testigos, a las nueve menos veinte de la mañana, en la prisión de Burgos. José Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz fueron fusilados en el campo de tiro de artillería del ejército de Hoyo de Manzanares. A las 9:10, el pelotón de fusilamiento compuesto por guardias civiles o policías disparó contra Ramón García Sanz, al cabo de 20 minutos era José Luis Sánchez Bravo quien enfrentaba a sus asesinos. Posteriormente los guardias civiles dispararon contra Baena. A las 10:05 todo había concluido. José Humberto Baena tenía 24 años cuando lo ejecutaron. Su triste destino fue ser el último fusilado del franquismo.
En la tumba de Juan Paredes Manot está escrita, como epitafio, una frase del Che Guevara: "Mañana, cuando yo muera, no me vengáis a llorar, nunca estaré bajo tierra, soy viento de libertad".
El único civil que presenció las ejecuciones fue el párroco de Hoyo de Manzanares, "D. Alejandro". Durante estos años, siempre ha rechazado relatar lo que vio, pero, lejos de las cámaras fotográficas, accedió posteriormente a recordar el horror: "Además de los policías y guardias civiles que participaron en los piquetes, había otros que llegaron en autobuses para jalear las ejecuciones. Muchos estaban borrachos. Cuando fui a dar la extremaunción a uno de los fusilados, aún respiraba. Se acercó el teniente que mandaba el pelotón y le dio el tiro de gracia, sin darme tiempo a separarme del cuerpo caído. La sangre me salpicó".
El dictador, al que apenas le quedaban dos meses de vida, ignoró como había hecho siempre todas las peticiones de clemencia (lo mismo que todos los ministros de su gobierno que aprobaron por unanimidad el fusilamiento).
En el País Vasco, hubo una huelga general, seguida mayoritariamente, en pleno Estado de Excepción; en diferentes ciudades españolas se multiplicaron paros y protestas. El clamor mundial contra las ejecuciones no cesaba. El abogado suizo Chistian Grobet que asistió como observador al consejo de guerra de Txiki, en nombre de la Federación Internacional de Derechos del Hombre y de la Liga Suiza de Derechos del Hombre, dijo en su informe del 12 de septiembre: "Jamás el abajo firmante… ha tenido un impresión tan clara de asistir a un tal simulacro de proceso, en definitiva a una siniestra farsa…".
La respuesta del régimen fue convocar una manifestación, el día 1 de octubre, de adhesión en la madrileña Plaza de Oriente que el dictador, en muy mal estado físico, presidió acompañado del entonces príncipe Juan Carlos. Con voz trémula, y aquejado de fuertes temblores, el general dijo a la multitud que: "Todo lo que en España y Europa se ha armao obedece a una conspiración masónico-izquierdista, en contubernio con la subversión comunista-terrorista en lo social, que si a nosotros nos honra, a ellos les envilece". Fue la última aparición pública del dictador Francisco Franco, que fallecería poco después: el 20 de noviembre de 1975.


Los fusilamientos del 27 de septiembre horrorizaron a la opinión pública nacional e internacional. Las irregularidades en los procesos, en los que se acusaba a los condenados de ser autores directos o indirectos de la muerte de varios miembros de las fuerzas del orden, habían sido abundantemente puestas de manifiesto por relevantes juristas europeos. El día 29, el presidente mexicano, Luis Echevarría, quien había ayudado sin disimulo al nacimiento de la Junta Democrática, pidió al secretario general de las Naciones Unidas que suspenda la pertenencia de España a la ONU. La reacción del régimen fue fulminante: se prohibió a las emisoras de radio emitir rancheras.
Luis Eduardo Aute compuso tras los fusilamientos la canción "Al alba", dedicada a los cinco condenados. Para burlar la censura, convirtió la protesta en un bello poema de amor que enseguida grabó la cantante Rosa León.



Nuestro eterno recuerdo para: José Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo, Ramón García Sanz, Angel Otaegui y Juan Paredes Manot (Txiki).

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