Día de Malala (el derecho a la educación)

La ONU designó el día 10 de Noviembre como el día de Malala, nombre de la niña atacada por talibanes pakistaníes contrarios a la educación de las mujeres y, en realidad, contrarios a otros muchos derechos humanos. Esta niña de tan sólo 15 años es el último ejemplo de determinación en la lucha por el derecho de las mujeres a la educación. En realidad, con su actitud esta niña no sólo defendía ese derecho, sinó el de todos los seres humanos a una educación que les permita mejorar su nivel de vida, sus conocimientos, su formación personal y profesional.
Son muchos los ejemplos, a lo largo de la historia, de personas que arriesgaron su vida en la defensa de los derechos humanos, éstos a los que otras muchas personas hacen caso omiso. Y no hablo sólo de dictadores o gobernantes de diferentes especies y colores, sino de empresarios, dirigentes y otros especímenes que buscan a través de la degradación paulatina de los derechos inviolables de todos los seres humanos su enriquecimiento personal aunque eso represente el empobrecimiento de una gran parte de la población mundial.
La educación es una herramienta básica para mejorar la tolerancia, el diálogo, el conocimiento de todo un espectro de ideas con las que los seres humanos debemos convivir y respetar diariamente, al mismo tiempo que nos permite establecer las bases para el progreso, el desarrollo, el combate a la intolerancia y los extremismos. Es quizás por ese motivo que los planes de educación no son una prioridad en muchas políticas gubernamentales y actualmente son objeto de recortes continuos, bajo la disculpa de una crisis económica generada por los mismos que se están enriqueciendo con la misma y que actualmente luchan para cohibir el desarrollo y la evolución de los derechos humanos fundamentales, así como los derechos de los trabajadores arduamente conquistados a través de muchos años de lucha.
Malala Yousafzai no debe ser sólo un ejemplo para las mujeres, debería serlo también para todos aquellos que consideramos que los derechos humanos son inviolables e innegociables y que en su respeto se debe fundamentar la base de la civilización.